domingo, 8 de junio de 2014

Periodismo entrerriano con deudas

Es obvia la diferencia brutal entre dictadura y democracia. Fuera de esos ejemplos extremos, desde 1983 la Argentina ha gozado de una absoluta libertad de prensa. Por distintos medios, por diferentes periodistas, antes, durante o después, la ciudadanía ha terminado conociendo los hechos. ¿Qué ha sucedido en Entre Ríos? Existe la sensación de que, comparativamente, menos cosas se han conocido. Es posible. Y ello puede obedecer a que no se ha terminado de desarrollar el periodismo de investigación. No ya de denuncias explosivas, sino de presentación, de exposición de los temas profundos más allá de la cobertura del hecho cotidiano.Por Fabián Magnotta (especial para ANALISIS DIGITAL)

Todos coincidimos en que el periodismo debe “investigar al poder”, y se ubica a esa palabra “poder” como necesario sinónimo de “gobierno”. Y el gobierno es sólo una parte del poder.

En Entre Ríos, por caso, hay temas que cuesta mucho investigar, y no por censura expresa de un gobierno.

Poco y nada, por ejemplo, de los efectos de los agroquímicos en una provincia que vive batiendo los records de soja.

Poco y nada de la contaminación que provocan nuestros parques industriales.

Poco y nada sobre los casos de cáncer en ciudades como por ejemplo Gualeguaychú. Una vez manifesté que era visible, innegable, el aumento de los casos de cáncer porque todos tenemos algún amigo, algún vecino, alguien cercano que soporta esa cruel enfermedad. Un funcionario me increpó: “Mostrame las cifras que sustenten eso que decís”. Después me di cuenta de que no hay cifras que indiquen de qué se muere la gente en nuestras ciudades, porque generalmente en las actas de defunción se escribe que falló el corazón (suele suceder en un deceso). Y como estamos acostumbrados a la carencia de estadísticas, pensé inicialmente que era un error periodístico. Pero en realidad, era (es) el funcionario quien debería proporcionar esas cifras y arrinconarme con sus verdades para desmentir mi sospecha. La anécdota sucedió hace algunos años. Hoy seguimos sin estadísticas.

Tampoco conocemos cuáles son y dónde están las decenas de pistas clandestinas en una provincia donde los aviones raros acostumbran a romper el cielo en un enigma de motores cercanos.

Tampoco suelen encontrarse en los medios, referencias a lo que sucede en ese paraíso de la impunidad que es el delta entrerriano, donde ayer los “vuelos de la muerte” se realizaban para lanzar cuerpos de militantes, y hoy se relacionan con el tráfico de drogas.

¿Y quiénes son los dueños de los campos en Entre Ríos? ¿Qué de la concentración de tierras? ¿Qué de la concentración de casas, departamentos, terrenos y locales comerciales? No preguntan esto la mayoría de los medios, pero tampoco una oposición que a veces deslinda sus responsabilidades en el periodismo e intenta prestarnos su traje.

Tampoco ha investigado el periodismo entrerriano –salvo excepciones-, cómo funcionó la dictadura cívico-militar en nuestras ciudades, cuando todavía muchos de esos personajes caminan alegremente, lograron una reinserción social y hasta opinan “democráticamente”. En una provincia donde, por ejemplo, hay “héroes de Malvinas” de 1982 que un par de años antes fueron pilotos de “vuelos de la muerte”. Quizás los encontrés hoy cuando pagás la luz.

Posibles razones

¿Por qué no se informa sobre estas cosas?

Seguramente hay razones diversas. La cercanía del periodista con los protagonistas en ciudades como las nuestras, es uno de los motivos. Uno se puede encontrar en el lugar menos pensado con el funcionario corrupto, con el juez negociador, con el contaminador o con el mismísimo homicida. Con alguno fuimos a la escuela, al club o nos encontramos en reunión de padres.

La fuerte presión y presencia de los beneficiados por la soja en la vida cotidiana, es otro de los motivos, en el caso de los agroquímicos. La publicidad que aportan las empresas, seguramente explica las omisiones en materia de contaminación industrial. La complicidad de algunos propietarios de medios en la dictadura revela otros silencios.

La caja y las redes

En ese contexto, en los últimos años han ocurrido dos fenómenos no menores. Por un lado, un gobierno excesivamente celoso de los medios, en una relación que la mayoría de los opositores cuestiona por envidia y no por razones éticas. Critican la caja, pero porque sueñan con ella, no porque la quieran destruir. Seguramente ha cambiado el mapa de medios entrerrianos: antes eran más radicales y ahora son más peronistas. Hay cuestionamientos que se disfrazan de éticos y de cívicos, pero son nostálgicos. “Desde siempre nos conocemos”, canta el Indio Solari.

Y por el otro, el fenómeno de las redes sociales al que Entre Ríos no ha escapado, con su doble filo de dar lugar allí a cosas que los periodistas o los medios no decimos, y a la vez con una ligereza que no es madurez cívica, sino irresponsabilidad.

En ese marco, cada vez es más difícil sostener a un medio de comunicación en las ciudades del interior, donde no todos los comerciantes y empresarios comprenden que deben apoyarse los emprendimientos periodísticos locales para luego esperar la “contraprestación de la independencia”, para decirlo en los términos que ellos prefieren. La hipocresía del poder económico entrerriano es tan habitual como el mate amargo.

Entre esos ríos andamos, en estas cuchillas, en estos árboles de soles y de sombras.

Y no escapa Entre Ríos a una regla general de nuestro oficio: a veces, uno como periodista tiene una granada en la mano y es el tipo más solo del mundo.

Fuente: http://analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=204135

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