domingo, 15 de septiembre de 2013

Un fuerte debate acerca de la industria alimentaria y la salud

 La periodista envió una carta a los medios, en ella aclara cada crítica del médico especialista en temas de obesidad. Entre otras cosas, le respondió que el uso de dióxido de amonio para lavar carne por parte de Mc Donald fue real.


EL LIBRO “MALCOMIDOS” PONE EL FOCO EN LOS DIVERSOS SISTEMAS DE PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS, DOMINADOS HOY POR LA ARTIFICIOCIDAD.

¿Qué comemos y por qué? ¿Qué efecto pueden tener los alimentos sobre los seres humanos? Estas preguntas dispararon el libro “Malcomidos” (Planeta), de Soledad Barruti. Se trata de un texto duro y a la vez esperanzado, que fue objetado recientemente en algunos puntos por el mediático doctor Alberto Cormillot, en un programa de Radio Mitre. En su libro, Barrutti desarrolla una exhaustiva investigación periodística para desplegar el extenso mapa alimentario de la Argentina en un contexto global en el que abundan las denuncias sobre los estragos del actual sistema de producción de alimentos. La autora recorrió durante años feedlots de la Pampa Húmeda, criaderos en Entre Ríos, plantaciones en el Gran Buenos Aires, desmontes en Chaco y otros escenarios clave en la elaboración de productos que terminamos llevándonos a la boca y que casi nunca son tan “naturales” como creemos. Ante las críticas de Cormillot, Barrutti envió a los medios una carta abierta en la que responde, punto por punto, cada comentario del médico especializado en temas de obesidad.
“Escribo esta nota en relación a los 12 minutos que dedicó (Cormillot) en un programa de Radio Mitre a desmentir cosas que yo no digo, negar otras que están repletas de pruebas y papers, y a abordar de un modo tan liviano como confuso cuestiones que hacen a la salud de todos”, comienza diciendo Barrutti. A continuación, refuta las apreciaciones del médico citando datos sobre su investigación. Sobre la refutación de Cormillot de que “Jamie Oliver dijo que Mc Donalds lavaba carnes con dióxido de amonio, cosa que después Mc Donalds demostró que no”, la autora aclaró: “Eso no es cierto. Mc Donalds cambió su proveedor luego de perder el juicio que había iniciado contra Oliver, ya que el cocinero demostró que el proveedor de Mc Donalds lavaba partes de la vaca no aptas para el consumo humano”.
Sobre la puesta en duda de Cormillot acerca de que el maltrato animal tenga algún efecto sobre la salud, Barrutti respondió: “La evidencia en el daño que los sistemas de producción de alimentos generaran en nuestra salud se centra en cuestiones científicamente estudiadas (en materia de salud por ingesta y por cuestiones medioambientales) no por mí sino por científicos de distintas organizaciones en todo el mundo. El eje está puesto en la contaminación por un lado y en la mayor cantidad de grasas saturadas y menor cantidad de ácidos grasos buenos que provoca la cría intensiva, también en la proliferación de integrones que se han encontrado en los espacios de producción animal. Es imposible negar que un animal estabulado comiendo todo el día un alimento que para su organismo resulta antinatural (granos, antibióticos, aceites) no tiene la misma composición química que un animal que camina, recibe la luz del sol y come alimento orgánico como pasto. Al igual que una persona comiendo durante meses sin parar bizcochos parado junto a una pared no daría en análisis los mismos resultados que otra que se mueve libremente, descansa lo necesario y come lo que su metabolismo precisa”.
Sobre la soja transgénica y los aditivos
Con respecto a la soja transgénica, Soledad Barruti aclaró: “Los problemas que atiendo en el libro sobre ese producto no tienen que ver sólo con la salud, sino también con cuestiones de índole social, medioambiental, económica. Es imposible resumir acá la tragedia que significa la soja transgénica en nuestro país. Y es lamentable que, como profesional de la salud -le dice a Cormillot-, no haya seguido de cerca los tremendos efectos que tuvo la ingesta de esta variedad de soja forrajera en niños cuando fue incorporada a planes sociales a fines de los 90”.
“Sobre la relación entre aditivos y obesidad -continúa diciéndole a Cormillot- me gustaría acercarle una recomendación: Fat, Sugar and Salt, del periodista ganador del Pulitzer, Michael Moss (se consigue por Amazon). Los aditivos inciden en la obesidad en el momento en que instan a seguir comiendo. Es algo absolutamente estudiado por la industria. Tan es así que frente a la pandemia de obesidad y sus consecuencias, actualmente ceos de grandes compañías como Kraft y Coca Cola están saliendo a hacer arrepentimientos públicos en los que confiesan cómo la industria busca esa adicción manipulando ingredientes químicos de los que nada sabemos. Es grasa, es azúcar, es sal y es harina refinada. Pero también es jarabe de maíz de alta fructosa, es cafeína, son texturas estudiadamente adictivas”. “Con respecto a la comida orgánica y el uso de agroquímicos, usted dice que no se ha demostrado que en nuestro país existan violaciones a las regulaciones. Eso es más que falso. No hay una ley nacional que diga de qué modo se deben realizar aplicaciones”, sostuvo Barruti.

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